OBJETIVO: LA OSERA
Domingo 1 de Junio.
El día amaneció relativamente bueno, porque esperábamos 95% de lluvia. Desayunamos Jesús, Juanjo, Eu, Salguero y yo, junto con Chema y Jaime que acababan de llegar.
Sobre las 10 de la mañana entrábamos en el barranco, todos menos Eu, que muy a su pesar debido a la lesión, nos evitaría la combinación de coches y nos esperaría a pie de la cascada de 130 m.
El aliviadero dejaba escapar la suficiente agua como para ya notar su fuerza en los 2 primeros rápeles. Desde abajo se veía espectacularmente bonita.
Llegamos al R3. Habían quitado la instalación, así que Jesús montó una cinta con anilla. Bajó primero Salguero, evitando inicialmente el tramo de la cueva, pero luego decidió entrar a ella, saliendo poco después sin ningún problema y con buena cara de satisfacción.
Le siguió Juanjo, quien optó por salir por un tronco cercano evitando con ello entrar a la cueva, ya que a ninguno nos atraía la idea de realizar ese paso.
Le seguimos todos por el mismo camino, menos Jaime quien también decidió entrar y también disfrutó como un enano.
Mientras íbamos descendiendo el R3, Jaime y Salguero montaron un guiado para el paso de mochilas.
Ya venía la gran vertical de 130 metros. Montó Jaime y bajó el primer tramo sin problemas. Le sucedió Juanjo, Chema, yo, Jesús y Salguero quién cerraba el grupo.
Esta primera vertical ya te dejaba exhausto debido a la adrenalina y al gran peso de la cuerda. Al llegar a la base, había que cruzar la vena para poder acercarse a la cueva donde estaba el fraccionamiento para el segundo tramo. Aquí Chema tuvo problemas en ese cruce, ya que el Stop le limitó en ese paso.
Cuando llegué Jaime ya estaba abajo y le sucedió Juanjo. Mientras llegaban a la reunión Jesús y Salguero, Chema emprendió la bajada del segundo tramo de la vertical (R5).
Recuperamos la cuerda y la sujetamos para darle ahora uso, pero no la recogimos, así que la cuerda, tal como la recuperábamos, iba cayendo en dirección al nuevo rápel.
Me tocaba el turno, así que me fui a la cabecera e intenté ponerme el ocho. Me resultaba tan difícil recoger cuerda para ponérmelo, que pensé que había alguien en la cuerda o que se había enganchado. Al final pensamos que era debido al gran chorro de agua que además parecía ir aumentando.
Empecé mi descenso y en el primer resalte volado algo me impedía bajar. Con el agua cayendo con gran fuerza, en mi cara y en la saca, vi que tenía la cuerda de recuperar liada. Forcejé para no darme la vuelta e intentar hacer pie en el suelo, pero era imposible. Empecé a tragar agua y a cansarme en exceso. Así que usé mis fuerzas en liberarme de la saca.
Una vez quitada la solté (tal vez debiera haberla sujetado a mi arnés), pero estaba tan cansada que en lo único que pensaba era en liberarme de ese peso.
La cara de mis amigos cuando vieron caer algo amarillo, debió ser de verdadero espanto. Mientras tanto, Jesús ya sabía que algo no iba bien, así que empezó el descenso por la cuerda de recuperar con la adrenalina disparada.
Yo sabía que mis amigos estarían pensando que me estaba ahogando. Juanjo pegaba sacudidas a la cuerda para ver donde terminaba el bucle, y arriba tiraban de la de recuperar para que pudiese bajar Jesús. Es decir, sin quererlo ambos también estaban impidiendo mi descenso.
Mientras tanto yo luchaba por deshacer el entramao, Temblando y agotada me quité la cuerda del ocho, la sujeté para que no se me fuera y una vez deshecho el lío volví a colocármela. Aunque necesitaba descansar un poco más, decidí seguir bajando para que mis amigos me vieran y respiraran.
Juanjo, en cuanto me divisó, hizo señales a Salguero de que todo iba bien, y éste avisó a Jesús , quién empezó a remontar por semejante chorraco hasta la reunión.
No sabía por dónde pisaba, solo sabía que debía entrar nuevamente al centro de la cascada donde parecía que bajara el pantano entero. Llegué a otro volado, con una cuevecita más amplia que aproveché para respirar y recuperarme. Después de ahí, ya solo me quedaban unos cuantos metros por el tubo hasta buscar el paso para salir a la panza central de la cascada donde terminaría mi aventura.
Jesús, venía detrás, también reventado y asustado por la movida. Tras él, bajó Salguero, quien también “casi” tiene un gran susto en el rápel. Pasó la baga de anclaje por la cuerda de recuperar la cual estaba unida con otra.
Menos mal que su mano encontró el nudo antes que su baga y le dio tiempo a desanclarse, porque no hubiese tenido más remedio que cortar la baga.
Como remate final, y ya con la seguridad de terminar el barranco por el sendero, la cuerda no quería venir. Así que tras muchos intentos y varios polipastos, más remontada sin éxito por la pared, las cuerdas fueron abandonadas.
El próximo fin de semana se irá a recuperar.
Como conclusión:
Tuvimos muchos y grandes errores:
1º Entrar en un barranco con riesgo importante de crecida (pantano lleno y amenazando lluvia) y con instalaciones por dentro de las cascadas.
2º Dejar poco margen de cuerda para realizar desembragables.
3º No establecí con mi sucesor los códigos de silvato.
4º Tampoco se establecieron señales visuales entre el grupo.
5º Deberíamos habernos reunido en la reunión del R5, viendo lo que había más abajo.
6º Dejar caer la cuerda de recuperar. Esta debería haberla bajado el último y ensacada (al igual que la de descenso)
7º Nunca mochila a la espalda con semejante chorro.
8º Nunca Stops en aguas vivas.
Todos vivimos una buena experiencia, tanto en disfrute como en sustos, y todos aprendimos nuestra correspondiente lección que espero nunca olvidemos.
Por lo demás, fue un medio fin de semana estupendo, y como siempre un placer disfrutar de tan buena gente.
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